24 de marzo de 2009

Soñando el fin de una sociedad pendular.

Hoy se conmemora el aniversario número 33 del último golpe de estado militar perpetrado contra la democracia argentina. El periodo luctuoso registra vasta documentación que desnuda el accionar lamentable y repudiable por parte del Gobierno de Facto a cargo de Jorge Rafael Videla, Emilio E. Massera y Orlando Agosti.
Sus objetivos fueron, al margen de intentar corregir la política económica y resolver la crisis institucional que hubieran sido posibles dentro de la legalidad constitucional, la creación de un "ser occidental, nacional y cristiano". Sin lugar a dudas, no se hablaba de plazos sino de objetivos y entre los mismos estaban los de exterminar, literalmente, la guerrilla y todo indicio de intromisión marxista en las personas que simpatizaban con el ideal opuesto a su idea de ser nacional.
Es por ello que se puso en práctica un plan sistemático de exterminio (ver represión ilegal) que además de estar encuadrado como genocidio y terrorismo de estado, era absolutamente incompatible con el ser cristiano.
El escenario nacional previo al golpe era un verdadero caos general. Violencia, secuestros extorsivos, asesinatos y atentados en plazas, medios de transporte y cualquier cosa que abonara el terror por parte de los diversos grupos terroristas que se identificaban con muy variadas ideologías, desde la marxista/leninista del Ejército Revolucionario del Pueblo hasta el polifacético marxista/nacionalista/humanista/cristiano Montoneros.
El fanatismo fue el motor de la lucha política y armada de las décadas más oscuras del pasado siglo XX. No existió el verdadero debate para determinar los destinos que nuestra sociedad debía transitar. Al ampararse en un líder carismático que manifestaba no dejar herederos en un acto de egolatría máxima, la polarización y radicalización de las ideologías políticas enrarecieron el clima de convivencia social.
Necesitamos dar ese salto cualitativo hacia una sociedad madura con un sistema de partidos políticos sólidos que manifiesten su verdadero compromiso por llevar a cabo permanentes debates buscando soluciones y arrimando posiciones. La política es el arte de buscar consensos.
Debemos dejar definitivamente de lado la escalada de violencia verbal. Hay actores políticos verdaderamente irresponsables que buscan llevarnos a esas arenas de la confrontación total. El fanatismo está ganando la pulseada nuevamente.
No debemos jamás olvidarnos que por intermedio de la fuerza se logra el terror pero no la persuación ideológica. Por lo tanto, su vigencia en el tiempo es corta y limitada.

Es obligación cívica ciudadana que nuestros jóvenes conozcan la dimensión de la lucha radicalizada que sufrió la Argentina por esas décadas. Fanatismo, odio, rencor e incapacidad para dialogar han sido los denominadores comunes que pulverizaron la vida democrática.

Hoy necesitamos ponerle fin a nuestra sociedad pendular. Debemos responder con diálogo, con ideas y con institucionalidad a los ataques espasmódicos que provienen de aquellas mentes enfermas de odio y rencor que aún añoran esa Patria mutilada y confrontada, plagada de "brazos militares".

Debemos comprometernos con la parte que nos toca como ciudadanos, valorando nuestro acto cívico, impulsando la creación de nuevas instituciones no gubernamentales que ayuden a valorar la democracia, aportando nuestro granito de arena cotidiano a la construcción de la sociedad que pueda compartir distintos pensamientos, pareceres, sentimientos e ideologías.

Nunca más una sociedad pendular. Nunca más.

2 comentarios:

Claude dijo...

Una de las cosas que suelo preguntarme es cómo se permitió el surgimiento de las distintas organizaciones guerrilleras en los lustros que precedieron al golpe. Me cuesta creer que algo así haya sido imperceptible mientras se gestaba.

OliverX dijo...

Comenzó con la liga patriótica por los años 20, Claude...
La barbarie es síntoma de retroceso. Como siempre digo, la única posibilidad para el cambio es creando conciencia.