Bellísimo el faisán. Pero no vuela. Genial el hombre. Pero está loco. Mide cuánta lluvia cae pero no cuánta lágrima rueda. Mientras rebusca en Zurich el big bang de su Origen, forcejea en Washigton por el Bang Big de su Final. El primate de los comienzos no saltaría en moto el canal de Corinto pero era más serio. No hay semana de 2010 que no haya rodado más brusca que la anterior. La geopolítica sumó nuevo suspenso de terror. Al Qaeda amenaza con atentar en un campo de fútbol de Sudafrica cuando jueguen Estados Unidos e Inglaterra. Van y vienen señales que no cuadran. Medvedev y Obama acordaron rebajar el número de armas con las que podrían matarse. Y de paso, matarnos. Hurgaron en sus respectivas atómicas santabárbaras y cada uno retiró el 30 por ciento del stock. Solo (nos) dejaron 700 rampas de lanzar y 1550 cabezas (?) nucleares cada uno. Lo de ambos fue el copetín previo a la tahuresca cita que arranca hoy publicitada como Primera Cumbre sobre Seguridad Nuclear. Aunque no es muy segura. La palabra "paz" es invitada de honor en una cumbre cuya voz cantante la tienen los poseedores de más átomos bélicos. Por negarse a mostrar lo que esconden en sus cuevas no participarán Irán, Corea del Norte e Israel. Se insiste en remarcar el propósito pacífico de la cumbre cuando de lo que trata es de ver si esperamos un ratito, lo hacemos ya o nos matamos en tres años.
Con estas y otras cartas tapadas muy poco puede esperar la pobre Gaia de su insólito habitante. Ni el abeto ni el canguro ni siquiera la cucaracha le perturban su azul discurrir en lo celeste. Solo su bestia más exótica se especializa en producir dolor, destrozar la armonía natural y en evaluar con gozo la magnitud de los destrozos "obtenidos" (y de modo especial, los "colaterales").
Madrugó Lula. Previo al inicio del foro plantó bandera: "O hablamos en serio o... No se puede admitir que haya países armados hasta los dientes y otros desarmados". Bien que lo saben palestinos, afganos y minorías tantas. Hay que estar atentos (y rezar) porque el escenario del mundo está para bollos. Matonea el americano. Prepotea el ruso. Se agranda el israelí. Se desafora el iraní. Amenaza el coreano. Tienen con qué. El equipo del resto del mundo (donde estamos) "calladito y en su casa". Es lo que hay. Guerras de diverso tamaño mantienen cebada a la especie ocasionando estragos cada vez mayores de una a otra generación. Alguien, algunos (¿nosotros?) se la pasan tensando la cuerda del destino colectivo.
Todo hace suponer que Hobbes no parará hasta comerse a Rousseau. ¿Por la religión? ¿Por la cultura? ¿Por las drogas? ¿Por el petróleo? ¿Por las armas? ¿Por el dinero? Puntillosos titiriteros ocultan el entramado de la respuesta. Una puntita de ella (mitigada) habrá de ser abierta al gran público del mundo medio siglo después cuando se despeje alguno de los tantos ominosos secretos. Bien a destiempo. Cuando ya nadie pueda activar su conciencia para impedir se repita tal crimen. Siempre al día y dispuestos a ser felices como se pueda los argentinos que pueden (y algunos que no pueden) corren a munirse de novísimo televisor en cuotas. Los fastos del Bicentenario asoman sin fuerza pero Messi podrá tapar su melancolía. Con la pareja presidencial de viaje y el Congresito en feria, la política local vegeta ante un cartel rojo de Stop. Lo tecno sopla como nunca. Se capta. Se filma. Se graba. Se reenvía. No importa tanto saber qué. Tsunami digital adormila la neurona.
Por Esteban Peicovich, especial para Perfil.com.
Con estas y otras cartas tapadas muy poco puede esperar la pobre Gaia de su insólito habitante. Ni el abeto ni el canguro ni siquiera la cucaracha le perturban su azul discurrir en lo celeste. Solo su bestia más exótica se especializa en producir dolor, destrozar la armonía natural y en evaluar con gozo la magnitud de los destrozos "obtenidos" (y de modo especial, los "colaterales").
Madrugó Lula. Previo al inicio del foro plantó bandera: "O hablamos en serio o... No se puede admitir que haya países armados hasta los dientes y otros desarmados". Bien que lo saben palestinos, afganos y minorías tantas. Hay que estar atentos (y rezar) porque el escenario del mundo está para bollos. Matonea el americano. Prepotea el ruso. Se agranda el israelí. Se desafora el iraní. Amenaza el coreano. Tienen con qué. El equipo del resto del mundo (donde estamos) "calladito y en su casa". Es lo que hay. Guerras de diverso tamaño mantienen cebada a la especie ocasionando estragos cada vez mayores de una a otra generación. Alguien, algunos (¿nosotros?) se la pasan tensando la cuerda del destino colectivo.
Todo hace suponer que Hobbes no parará hasta comerse a Rousseau. ¿Por la religión? ¿Por la cultura? ¿Por las drogas? ¿Por el petróleo? ¿Por las armas? ¿Por el dinero? Puntillosos titiriteros ocultan el entramado de la respuesta. Una puntita de ella (mitigada) habrá de ser abierta al gran público del mundo medio siglo después cuando se despeje alguno de los tantos ominosos secretos. Bien a destiempo. Cuando ya nadie pueda activar su conciencia para impedir se repita tal crimen. Siempre al día y dispuestos a ser felices como se pueda los argentinos que pueden (y algunos que no pueden) corren a munirse de novísimo televisor en cuotas. Los fastos del Bicentenario asoman sin fuerza pero Messi podrá tapar su melancolía. Con la pareja presidencial de viaje y el Congresito en feria, la política local vegeta ante un cartel rojo de Stop. Lo tecno sopla como nunca. Se capta. Se filma. Se graba. Se reenvía. No importa tanto saber qué. Tsunami digital adormila la neurona.
Por Esteban Peicovich, especial para Perfil.com.
1 comentario:
Muy bueno, realmente un llamado a la reflexión. Saludos y Felicidades.
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