El propio presidente norteamericano, Barak Obama admite que ninguna tecnología conocida puede contener la marea negra que amenaza sus costas y de cumplirse tan inquietante pronóstico muy pronto flotarán en el Golfo de México setenta millones de litros de petróleo con una superficie superior a Andalucia.
Pese a que se están utilizando todos los medios no se pone fin a una catástrofe que está poniendo en peligro a las industrias pesquera, turística y petrolero, así como a cuatrocientas especies de la fauna local.
Sin embargo nadie parece haber caído en la cuenta de que existe una solución rápida, práctica y sencilla: si el petróleo flora se debe a una única razón… Es menos denso que el agua.
La solución no por tanto en ponerle barreras que arrastran las olas, prenderle fuego, intentar disolverlo con detergentes tóxicos que penetran en la cadena alimenticia o intentar recogerlo en lo que siempre ha constituido un rotundo fracaso, sino en… Convertirlo en más denso que el agua.
Hace ya siete años, cuando la catástrofe del “Prestige”, publiqué un libro en el que señalaba que la mezcla de tres productos, cemento hidráulico, un acelerador y áridos cuyo tamaño depende del grosor de la masa contaminante, fraguan con el petróleo convirtiéndolo en una roca inerte que se precipita al fondo y allí permanecerá para siempre sin perder jamás su inofensiva composición.
Cuando la capa de fuel flota sobre el mar, basta con extenderle esa mezcla para advertir como, en cuestión de minutos, rompe la fina película que por efecto de la tensión superficial se ha formado entre los dos líquidos y a partir de ese momento se hunde.
En principio su aspecto y consistencia es semejante al de la “plastilina” pero no tarda en endurecerse por completo.
Las pruebas efectuadas demuestran que mientras se encuentre sumergido no pierde materia grasa por lo que a su alrededor el agua permanece siempre limpia.
La semana pasada los directores de tecnología de la mayor empresa petrolera española se sorprendieron por la sencillez y eficacia del sistema, reconocieron que la fórmula es básicamente correcta y han ofrecido sus laboratorios con el fin de trabajar de inmediato a la busca de los productos más idóneos ya que un primer cálculo permite determinar que se conseguirá reducir en un ochenta por ciento los perniciosos efectos del derrame.
Por desgracia el resto resultará muy difícil de controlar.
Resulta sorprendente y descorazonador advertir como el “Exxon Valdés” estuvo varios días dejando caer al mar un grueso chorro de espeso crudo contaminante mientras miles de personas se esforzaban por contener la marea negra desde el exterior, sin que a nadie se le ocurriese atacar el problema en su verdadero origen: el interior del casco.
La nave se encontraba a flote por lo que hubiera bastado con arrojar cemento, acelerador y grava al tanque para que en menos de una hora la “vía de agua”, en este caso “vía de petróleo”, se hubiera taponado.
La contaminación provocada por los vertidos de crudo en el mar a causa de la limpieza de los fondos de los petroleros es comparable al hecho de que una vez a la semana se hunda un nuevo “Prestige” en algún lugar del mundo.
Eso podría evitarse obligando a dichos petroleros a solidificar sus vertidos antes de lanzarlos al agua.
Si tradicionalmente ese sistema de sellado con cementos rápidos se ha utilizado a la hora de impedir que el mar penetre en una nave, de la misma manera debe utilizarse para impedir que el petróleo se escape.
Quienes alegan que enviar al fondo del mar inmensas rocas compuestas de cemento, áridos, acelerador y petróleo pondría en grave peligro a algunas especies marinas, parecen ignorar que a causa de las erupciones volcánicas submarinas o de grietas del terreno por las que fluye un petróleo sometido a enormes presiones y temperaturas muy bajas, algunas regiones del fondo de los océanos se encuentran ocupadas por inmensas extensiones de asfaltos y breas.
Y curiosamente es en esas zonas donde mejor se reproduce la fauna, ya que constituyen magníficos criaderos naturales, sobre todo para crustáceos que atraen a los peces.
Los fondos de arena y sedimentos no suelen ofrecer a las especies más vulnerables la misma protección que rocas, corales o llanuras asfálticas.
Debido a ello, a la hora de solidificar los vertidos de crudo no solo se pondría freno a desastres ecológicos sino que se contribuiría a aumentar el número y la calidad de los criaderos.
Fuente: Aberto Vázquez-Figueroa.