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19 de junio de 2011

“Es muy fuerte que te digan que tenés los pulmones de una persona de 70”

Andrea tiene 41 años y 20 de fumadora. Midió su edad pulmonar a través de un sencillo método que los expertos recomiendan para tomar la decisión de dejar el cigarrillo.

Andrea está decidida a acabar con él. Sabe concienzudamente que de esa relación no saldrá nada bueno. Ya lo intentó en otras oportunidades, pero siempre terminó volviendo. Sus familiares nunca lo aceptaron. Le rogaron hasta el cansancio que lo deje. Esta vez, promete, la ruptura será definitiva. “El cigarrillo no puede ser más fuerte que yo. Tengo que poder dejarlo ya”, afirma.

Andrea Demarco entró al consultorio convencida. Afuera la esperaba su hermana, que lleva en la panza a su cuarta sobrina. Ella la impulsó a pedir ayuda profesional para liberarse del flaco ese que hace 20 años le viene arruinando la vida, el mismo que mató a su tía y el que metió a su papá en una lucha contra el EPOC. Es agente turística y su rostro despliega una sonrisa amplísima que se borró de un plumazo cuando escuchó el número. “Setenta”, dijo la médica. “Tá”, respondió seca, seria, atónita, apesadumbrada. En un segundo comprendió que sus pulmones casi la doblaban en edad. “Tengo 41, es muy fuerte que te digan que tenés los pulmones de una persona de 70 años”, admitió. Perturbada por el diagnóstico, salió con el firme desafío de dejar al pucho para rejuvenecerlos.

Un estudio reciente publicado por la British Medical Journal (BMJ) reveló que la medición de la edad pulmonar sirve como incentivo para dejar de fumar. “Es muy motivante enfrentarse a la cruda realidad del daño que el cigarrillo le hace al cuerpo”, explica a Clarín.com Marta Angueira, coordinadora del Programa de Prevención y Control del Tabaquismo porteño y directora del programa “Buenos Aires, ciudad libre de humo”.

“Lo que está demostrado es que la gente se sensibiliza. Uno de los problemas que siempre tuvo el tabaquismo es que para ver los daños tardás mucho. Para ver el cáncer de pulmón y el EPOC (Enfremedad Pulmonar Obstructiva Crónica) se tarda entre 15 y 20 años. Pero acá estás poniéndole un número en ese momento al daño que le produjo (al paciente) el humo del tabaco de tantos cigarrillos”, agrega Angueira, la responsable de darle la movilizante noticia a Andrea en su consultorio del hospital Ramos Mejía.

La edad pulmonar es diagnosticada en menos de cinco minutos. Se mide con un espirómetro. El paciente inspira y sopla el aire en la boquilla del aparatito de un tirón, durante seis segundos. El procedimiento se repite tres veces, se promedian las cifras, y el resultado se compara con el valor normal de una persona de su misma edad no fumadora. Y así surge el número que, la mayoría de las veces, espanta.

Sin embargo, está comprobado que el cimbronazo sirve para tomar la decisión de dejar el cigarrillo. La investigación publicada por el BMJ demostró que los pacientes a quienes se les había informado su edad pulmonar habían dejado de fumar en mayor proporción que aquellos a quienes no se les había comunicado el nivel de daño en esos términos.

Angueira agrega que la medición no sólo contribuye a la cesación tabáquica, si no también al mantenimiento. La edad pulmonar “puede mejorar y mucho”, alienta. Pero, para eso, hay que seguir un puñado de indicaciones: dejar de fumar, no estar en ambientes con humo de tabaco, realizar caminatas o algún tipo de actividad física (hasta cambiar el ascensor por las escaleras ayuda). Así, poco a poco, “la edad pulmonar se va acercando a su edad cronológica”, sostiene.

Roberto Rúa tiene 62 años y fumó durante 48. Es técnico radiólogo y entra al control agitado y transpirado en un día lluvioso y muy fresco. Hace dos meses dejó el pucho. Los deseos de “respirar, y olfatear mejor, sentir mejores gustos y caminar mejor” lo llevaron a tomar la decisión. Y ya empezó a notar los cambios. Dice que no tiene la tos que lo ahogaba a la mañana y que no necesita agregarle tanta sal a las comidas. Sin embargo, admite con su voz ronca, por momentos jadeante, que todavía se cansa mucho. Cuando la pantallita le reveló que tiene los pulmones de un hombre de 111 años se recostó sobre el respaldo de la silla y como quien elige reír para no llorar bromeó: “Como la ginebra Bols”. Ya sin ganas de chistes preguntó conociendo la respuesta “¿De terror esto, no?”.

Para consuelo de Roberto, el estudio se repite a los seis meses o al año de haber dejado de fumar y los resultados demuestran que el tiempo sí puede volver atrás.

Pese a que la recuperación del daño pulmonar es lo que más tiempo lleva, los beneficios de abandonar el cigarrillo se experimentan ya a los 20 minutos de haber apagado el último. La tensión arterial y la cantidad de monóxido de carbono (CO2) en el aire exhalado disminuyen. Ese último valor se mide con otro aparatito y con un procedimiento parecido al de la edad pulmonar. “A medida que la persona disminuye el número de cigarrillos va bajando la medición de CO2 hasta llegar a un valor normal”, apunta la médica. En su primer mes de tratamiento para dejar el tabaco, Fabián González (47) celebra que el aparatito muestre que tiene el monóxido en valores normales. “Tengo una nena adolescente y no quería que pensara que el cigarrillo formaba parte del padre para que tampoco forme de ella”.

La sonrisa de a poco vuelve a dibujarse en el rostro de Andrea. El shock inicial le sirve para reforzar la decisión y deja el consultorio persuadida hasta la médula de que la chiquita que la espera afuera en la panza de su hermana conocerá, cuando salga al mundo, a una tía libre de humo.

Para dejar de fumar:
El Ministerio de Salud de la Nación ofrece un listado con consultorios de todo el país en los que se puede realizar el tratamiento para dejar de fumar. Además, en la línea gratuita 0800-222-1002 atiende consultas y realiza derivaciones.
Y en la Ciudad, a través del Programa de Prevención y Control del Tabaquismo en 15 hospitales porteños se ofrecen tratamientos para dejar de fumar, con cobertura de medicamentos totalmente gratuita

Fuente: Clarín.com (acceder al link para ver el video)

19 de octubre de 2010

Fumar. Lo que las tabacaleras NO te muestran en sus comerciales.



Para un fumador, dejar de fumar implica cambiar de hábitos e incluso la posibilidad de hacer terapia para modificar las conductas que llevan al stress o al nerviosismo.
La experiencia de ex-fumadores trae a la realidad que el primer mes de abstinencia es complicado. Las sensaciones físicas que se experimentan son tan desagradables como insoportables. Una combinación de ansiedad, malestar y mal humor se adueñan de la persona y hacen temblar la importantísima decisión de dejar el mal hábito.

Pero dándoles valor e información acerca de todo lo que están logrando al ganar la batalla es indispensable para combatir la abstinencia física y psíquica.



Por último, si no te preocupa tanto tu persona, tal vez, sí te preocupen los tuyos...

Afecta la salud de todos los que te rodean.

El hábito de fumar de los padres influye en la salud de sus hijos desde antes que nazcan y a lo largo de toda la infancia. Las madres fumadoras tienen un índice más alto de aborto espontáneo y muerte fetal. Sus recién nacidos tienen un peso promedio inferior al de los no expuestos al humo del cigarrillo (200 a 400 gramos menos). El tabaquismo pasivo es por vía inhalatoria y proviene tanto de la madre como del padre. El tabaquismo materno está fuertemente asociado a la bronquitis y neumonía del lactante, persistiendo hasta los 5 años. El riesgo de cáncer de pulmón en esposas de fumadores es 30% mayor que en esposas de no fumadores.


Más información acerca de las consecuencias del tabaquismo para nuestra salud, la encontrás en el post "Por qué dejar de fumar".



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