El sueño de Sagan / El astrofísico lo consideraba símbolo del uso inteligente de la tecnología.
Lo lanzarán en 2010 para investigar la posibilidad de viajar a las estrellas
Dennis Overbye
The New York Times
NUEVA YORK. Dentro de un año, si todo va bien, una caja del tamaño aproximado de un pan lactal saldrá de un cohete a unos 640 kilómetros de la Tierra. Allí, en el vacío, desplegará cuatro velas triangulares brillantes como la luz de la Luna y apenas más consistentes que ella. Luego se elevará lentamente con un rayo solar y se desplazará a través de las estrellas.
La LightSail-1 navegará unas pocas horas y alcanzará unos pocos kilómetros de altitud. Pero esas horas marcarán un hito en el sueño tan antiguo como la era de los cohetes misma y tan romántico como ella: navegar por el cosmos, impulsado por la luz estelar, así como los marineros navegaron por el océano durante miles de años, utilizando los vientos terrestres.
"Navegar propulsados por la luz es la única tecnología que algún día nos podrá llevar a las estrellas", dijo Louis Friedman, director de la Sociedad Planetaria, la organización mundial de entusiastas del espacio. Si bien la NASA todavía no está segura del futuro de la misión, Friedman anunció el lunes último que la Sociedad Planetaria, con la ayuda de un donante anónimo, realizaría pequeños pasos hacia un futuro digno de ciencia ficción.
En los próximos tres años, la sociedad construirá y hará volar un tipo de nave espacial con propulsión solar llamada LightSails, primero alrededor de la órbita terrestre y finalmente en el espacio profundo.
Los viajes son una prolongación de una larga colaboración entre la sociedad y los Cosmos Studios de Ithaca de Nueva York, encabezados por Ann Druyan, productora de cine y viuda del astrónomo Carl Sagan. Sagan fue uno de los fundadores de la Sociedad Planetaria en 1980 con Friedman y Bruce Murray, luego director del Jet Propulsion Laboratory.
Druyan, jefa fundadora de los proyectos de navegación de la sociedad, llamó a la vela espacial un "Taj Mahal", para Sagan, que amaba la idea y que la había abrazado como símbolo del uso inteligente de la tecnología.
La vela solar recibe su energía del simple hecho que la luz acarrea no sólo energía sino también velocidad, una historia que conocemos por las colas de los cometas, que consiste en polvo disparado por la luz solar desde el núcleo del cometa.
La fuerza sobre la vela solar es suave, casi débil, pero contrariamente a la de los cohetes, que es intensa durante pocos minutos, es constante. Durante días y años, una vela lo suficientemente grande, de un kilómetro y medio de lado, podría alcanzar velocidades de cientos de miles de kilómetros por hora, suficiente como para atravesar el sistema solar en 5 años.
Montada sobre un rayo láser, una vela podría inclusive hacer un viaje a otro sistema solar en 100 años, es decir en el período de una vida humana.
Barrilete cósmico
Si los humanos podrán alguna vez realizar o no estos viajes depende de hasta qué punto nuestra visión del futuro es idealista.
Friedman dijo que podría llevar demasiado tiempo e implicar demasiada exposición a la radiación hacer navegar a humanos a un lugar como Marte. Agregó que los únicos pasajeros de un viaje interestelar, incluso luego de 200 años de desarrollo tecnológico adicional, posiblemente serían
robots o quizá nuestros genomas codificados en un chip, una consecuencia de la necesidad de lograr que la nave sea liviana, como si fuera un gigantesco barrilete cósmico.
En principio, una vela solar puede hacer cualquier cosa que pueda hacer una vela común, como por ejemplo, girar. Y no tiene que acarrear toneladas de combustible para cohetes.
Según Freeman Dyson, del Instituto para el Estudio Avanzado de Princeton, nadie sabe aún cómo construir velas lo suficientemente grandes y livianas para un viaje en serio.
"Hay que lograr un equipo que las desenrolle y las despliegue, una gran pieza de ingeniería que todavía no ha sido hecha. Pero lo bueno de la tecnología es que es impredecible."
En varias oportunidades, los laboratorios de la NASA han estudiado velas solares. Un esfuerzo de la Sociedad Planetaria y de la Academia Rusa de Ciencias para lanzar una vela de 35 metros de lado conocida como Cosmos-1, desde un misil submarino en junio de 2005, terminó con la nave espacial en el fondo del mar de Barents.
Druyan y Friedman intentaron recaudar más dinero para un Cosmos-2 cuando la NASA les preguntó si la sociedad quería hacerse cargo de un proyecto más pequeño conocido como Nanosail. Estas son velas de sólo 6,30 metros de lado.
Y así nació el LightSail. Su vela, adaptada del proyecto Nanosail, está hecha de Mylar aluminizado de un cuarto de espesor de una bolsa de basura. El cuerpo de la aeronave consistirá de tres satélites miniatura conocidos como CubeSats, de 10 centímetros de lado, y que fueron primero desarrollados por estudiantes de Stanford y hoy pueden ser adquiridos en la Web y en otros sitios. Uno de los cubos llevará los elementos electrónicos y el otro las velas enrolladas.
Cuando Friedman estaba hablando sobre el LightSail a un grupo de potenciales donantes, un hombre, "una persona muy modesta y agradable", según Druyan, preguntó por el costo de las misiones y luego se comprometió a pagar por dos de ellas y quizá también por una tercera, si todo salía bien. Luego de la charla, el hombre, que no desea que se conozca su identidad, preguntó el número de cuenta bancaria de la institución.
A los pocos días, el dinero estaba en el banco. Las misiones LightSail se extenderán dentro de un año, aproximadamente, comenzando a fines de 2010. El momento exacto dependerá de los cohetes disponibles. La idea, afirmó Friedman, es montarla en el lanzamiento de un satélite común.
Friedman dijo que el primer vuelo, LightSail-1, sería un éxito si la vela pudiera ser controlada al menos en una pequeña parte de una órbita y mostrara algún signo de ser acelerada por la luz solar.
"En un primer vuelo, cualquier cosa mensurable sería grandiosa", dijo.
El siguiente vuelo será con una vela más grande, durará varios días y alcanzará la velocidad suficiente para elevar su órbita en decenas o cientos de kilómetros. Para el tercer vuelo, pretenden colocar fuera de la órbita terrestre una vela con un conjunto de instrumentos científicos para monitorear la actividad solar y proveer advertencias tempranas sobre tormentas magnéticas que puedan afectar centrales de energía y hasta dañar naves espaciales.
El plan es establecer un campo en un punto donde la gravedad de la Tierra y el sol se equilibren mutuamente, llamado L1, a alrededor de 900.000 millas de la Tierra, un lugar conocido para satélites científicos convencionales. Eso, reconoce, requerirá de un pequeño satélite, como los jets de control de actitud del transbordador, para salir de la órbita terrestre, lo que quizás sea frustrante para los puristas.
Pero, insistió, la mayoría de los botes a vela tienen realmente un motor para maniobrar en el puerto. "Como la dirección del sol es cambiante -dijo Friedman-, uno gira en el puerto cuando lo que quiere hacer es salir al océano."
El océano, dijo, nos espera.
Traducción de María Elena Rey
Fuente: La Nación.