Tenemos la necesidad de encontrarnos comprometidos con la acción ciudadana, con la res publica (cosa pública).
Vengo sugiriendo, hace un tiempo ya, que sería oportuno que las fuerzas políticas de oposición de todo el espectro que hoy tiene nuestro país se encontraran ejerciendo un rol de llamamiento a la participación política masiva por parte de toda la ciudadanía. El objetivo sería para ellos mismos y en consecuencia, para todos, el de conformar un sistema de partidos políticos fuerte, con alternancia en el poder, para ejercer los controles necesarios que demanda nuestra Constitución Nacional y que hoy están ausentes de la escena política.
Me refiero a la creación de conciencia en la ciudadanía para que ésta tome la iniciativa de participar en cuanta acción surja en pos de fortalecer realmente a la democracia, que lamentablemente se encuentra hoy identificada como un claro ejemplo de Democracia Delegativa según Guillermo O'Donnell [1].
Ejemplos abundan, pero será hora de apelar a cuestiones morales y comunitarias que tengan que ver con el compromiso con las acciones más insignificantes pero que en su número, imponen la fuerza que necesita el asociacionismo que tanto mencionaba De Tocqueville cuando descubrió la Democracia en América[2]. La unión hace la fuerza y vivir en democracia nos debe enseñar que siendo cada uno eslabones de una inmensa cadena llamada Nación podemos lograr hasta las cosas más inverosímiles.
Crear conciencia en la ciudadanía es contarle acerca de sus derechos cívicos para defender lo que tanto nos costó. Es explicarle acerca de la importancia que tiene el derecho a sufragio. Es enseñarle cuánto más valioso es si a uno le toca ser autoridad de mesa. Ni hablar si uno se compromete a ser fiscal para llevar adelante la valiosísima tarea de defender el más preciado acto soberano que tiene la democracia que es el día de elección.
Sobre mi primera acción masiva
Es una campaña agresiva, pero necesaria en tiempos de crispación para despertar al ciudadano confortablemente adormecido. Comenzaría haciendo un spot con alguien que nuestro pueblo pueda tomar como neutral aunque sea representativo de nuestra idiosincracia. Situarlo en una locación afín a nuestra cotidiana realidad como puede ser un clásico bar de barrio o en un típico banco de plaza.
El spot dura lo que le lleve leernos profundamente y para todos "El analfabeto político" de Bertolt Brecht.
El peor analfabeto es el analfabeto político.
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.
Bertolt Brecht.
Analfabeto político es un sinónimo de idiota.
El idiota, en la antigua Grecia, era simplemente aquél que se preocupaba sólo en sí mismo, de sus intereses privados y particulares, sin prestar atención a los asuntos públicos y/o políticos. Pronto esta palabra se convirtió en un insulto, ya que en la Antigüedad grecorromana la vida pública era de gran importancia para los hombres libres. Ser un idiota (como persona preocupada sólo de lo suyo) se convirtió en ser un idiota con la acepción actual, ya que en la democracia era considerado deshonroso no participar de ella.
De hecho, en la corriente estoica se veía como obligación del hombre sabio el ser un hombre público y político, por lo que despreciaban duramente a los epicúreos, para quienes la vida política no era más que una fuente de problemas, sufrimiento y, por tanto, infelicidad. [3]
[1] Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización, (1997)
[3] Blog del Castellano. Orígen etimológico de la palabra Idiota.
Post original publicado el 6/12/2008